En el blog anterior pregunté ¿Cuál es el valor de las buenas preguntas? Al final, pedí que los que lean ese blog respondan a esa pregunta en el propio blog. Cuatro personas respondieron. ¡Me encantaron las diversas respuestas! Sentí la gracia y poder de Dios en ellas. Bill Dyck tiene razón al decir que ¡no es posible limitar a sólo tres, las mayores preguntas de la vida! Al mismo tiempo, el ejercicio de procurar hacer eso puede enfocar lo que es más importante en nuestras vidas. Identificar y responder bien a las tres mayores preguntas nos lleva a sumergirnos en nuestra identidad y llamado, purificándonos “de todo peso y del pecado que nos asedia” (Heb 12.1)

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